Ser un guardián de la llama es un llamado al deber; un llamado al honor; un llamado al amor.
“Pongo como garantía todo, mi cuerpo causal, toda mi energía acumulada de libertad, para la victoria de los hijos e hijas de Dios en esta era”, dice Saint Germain.
“Unámonos en una fraternidad de portadores de luz como arriba, así abajo: uno con los maestros ascendidos, uno con los discípulos no ascendidos, para forjar una unión del Espíritu que asegure este planeta para la Luz en todo tiempo y espacio”.
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